jueves, 3 de julio de 2008

Viajes (IV): Las desventajas de los camuflajes

Como ya conté, en un vano intento por ligar algo, cuando nos fuimos de viaje a Rusia, decidimos ser miembros de la Federación Española de Aikido, que, en gira de exhibición, estábamos visitando los Países Bálticos y Rusia. Para disimular, siempre decíamos que el evento era tres días después de cuando nos preguntaban, con lo que siempre colaba que estuviésemos de juerga.

¿Por qué Aikido? Ya me contareis, en el grupo había gente de 110 kilos y gente de 50. Era complicado hacernos pasar por un equipo de atletismo, o de rugby... Teníamos que ser algo que se jugase por categorías. Teniendo en cuenta que no teníamos un conocimiento excesivo de ningún deporte de esas características, nos habíamos decidido por el Aikido, que suena a arte marcial, con lo que la gente no se atrevería a montar follón con nosotros, pero con la gran ventaja de que nadie sabe muy bien de que va. Como teoría era genial.

Pero la ley de Murphy es una fuerza muy importante en el universo. (más información más adelante)

El segundo ferry que tomamos era totalmente distinto al primero. El primero era un barco de recreo, de cruceros, mientras que el segundo era mas bien de transporte. Además, cogimos unos camarotes que costaban 30€ por persona, lo que incluyendo el viaje significaba que dormíamos 4 personas y sus equipajes en una habitación de 3,6 metros cuadrados (un cuadrado de 1,9x1,9, con cuatro literas en L) Parece mentira, pero cuanto espacio util se puede sacar de tan pocos metros cuadrados... se ve que lo importante son los metros cúbicos. En definitiva viajabamos en lo que se considera popularmente un piso patera, pero en versión acuatica.

Viendo esto decidimos que la mejor política que podíamos seguir era cogernos una curda como dios manda, porque a ninguno de nosotros le atraía la idea de dormir en tan poco espacio con 3 maromos.

Así que, como no podíamos estar en el camarote, y había que beber, subimos al bar, totalmente equipados como la selección española de Aikido.

Cigarro tras cigarro, y cerveza tras cerveza, veíamos a un showman tocando la guitarra y cantando. Y nosotros, probablemente en un estado lamentable, cantábamos con él. Al cabo de una hora, la mesa, que no había recogido nadie, tenia más vidrio que una fábrica de arcoroc, y más ceniza que el despacho de Fidel Castro. Y en ese momento, el cantante nos pregunta, en voz alta, para que todo el mundo se enterase.

-¿Quienes sois? ¿Que hacéis aquí? - preguntó
- Somos de la selección Española de Aikido, y vamos a San Petesburgo a hacer una demostración - lo teníamos ensayado y nos salia de un tirón.
- Y para ser deportistas - pregunto él - ¿no fumáis y bebéis demasiado?
- er.... si... - fue todo lo que conseguimos articular...

Con lo que desde ese momento medio barco pensaba que eramos deportistas... y había un pasajero, llamemose Alex, por ahí que practicaba algún otro arte marcial, pero que le gustaba el Aikido, y, emocionado por conocer a deportistas de élite de ese deporte, asediaba a preguntas, y quería demostrarnos sus conocimientos.

De hecho, mientras hablaba con Alberto, Alex miraba a Pedro, que es pequeñín, y le preguntaba medio en broma, al primero que pasaría si le metía un puñetazo al chiquitín. Alberto, aun no sé muy bien como le convenció de que era muy mala idea, y que Pedro era muy peligroso cuando se enfadaba. Digo que no sé muy bien como lo hizo, porque en ese mismo instante, Pedro hacía de reina de la pista, bailando "I Will Survive" mano a mano conmigo, y era muchas cosas, pero amenazador poco.

Según avanzó la noche acabé hablando con el jefe de los electricistas del barco, en la barra del bar, tan borracho él, que hasta yo, que no era el precisamente un ejemplo de rectitud y buenas costumbres, me dí cuenta. Así, en una conversación un tanto extraña, me informó que el barco ya tenia 35 años, y que después de ese viaje lo jubilaban. Y como dije que trabaja arreglando cosas me empezó a contar las averías que tenia el barco.... y eran muchas, algunas preocupantes incluso, con lo que me asuste.

Finalmente, a eso de las 4 de la mañana cerraron todo en el bar, y fuimos a dormir, como pudiésemos al camarote.

Y dormí perfectamente. Una cama comodisma... quizá el alcohol tuvo algo que ver, pero con las expectativas tan bajas que tenía puedo decir que dormí como un sultan.

A la mañana siguiente llegamos a San Petesburgo. Pero eso ya lo contaré en el futuro.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenísimo.

Pues chico, yo me levanté fatal, sin fuerzas siquiera para tirar de la maleta.

Anónimo dijo...

jejjee...y yo que creía que te referías a la otra "curda"!, bueno tal vez no seamos tan importantes para vosotros como nos parece :).
Pinta bien el viajecito, lo pasariais bien, aunque en realidad con ganas y con buena compañía el destino tiene una importancia relativa.
Ciao

Unai dijo...

Curda.... te refieres a kurda del kurdistan o a otra cosa? Porque entendiendo todas las acepciones de "coger una curda" solo se me ocurre una cosa, que en el minicamarote era imposible, no solo por el tamaño, sino por los otros tres garrulos durmiendo (por no mencionar que de algún lado había que sacar una kurda en Tallin)