Hasta las narices de la gente "guapa"

Este fin de semana he descubierto que soy un integrista. No soy integrista religioso, ni político. No, eso sería demasiado fácil.

Lo que soy es un integrista con la moda de lo "cool", o "guapo" o como queráis llamarlo.

Porque en Zaragoza, la ciudad donde paso los fines de semana, siempre ha habido pijos. Pero eran unos pijos entrañables. Estaban por ahí muy tranquilitos, en sus bares monos, con sus niñas monas, sus flequillos monos y sus cosas monas... Tengo amigos pijos, y nunca había sido integrista con ellos... toleras como se ríen de ti porque son mejores que tú y te toleran que te rías de ellos por ser tú mejor.

El problema es que algunos pijos han evolucionado. Ahora existen los pijos entre los pijos, la gente "guapa" (gente que suelen ser más servilletas llegadas a mantel que otra cosa)

Los acontecimientos ocurridos en los últimos fines de semana han llevado a que me percate que no, no me gusta la gente "guapa".

Con "guapo" me refiero a la gente que va a ese bar pijo pero con aires de grandeza. Con porteros (que por algún extraño motivo siempre son calvos), con unas cintas a la entrada para que se haga una cola para entrar (siempre queda muy bien que haya cola para entrar a un sitio). Con zona vip (y otro calvo vigilandola). Con camareros que son muy monos ellos/ellas pero no tienen ni idea de poner una copa decente (que no pido mucho más que mezclar un alcohol con un refresco en una proporción correcta, nada de florituras). Con clientes que se siente mejor que los demás por estar dentro del bar. Gente que dice que a Zaragoza le hacía falta un bar como esos dos bares a los que fui.

En un futuro evitaré esos sitios, y a esa gente, por lo que le hacen a mi humor.

Lo dicho, integrista. Me he vuelto integrista.