[Usar la melodía de Los Heroes de la Antartida, de Mecano]
Desde hace diez años no había ido a esquiar. Bueno no es del todo exacto. La palabra exacta es que desde hace diez años no me había calzado unos esquís, porque ir a esquiar, lo que se dice ir a esquiar, he ido unas cuantas veces. Me ha pasado un poco de todo. Desde lesionarme una semana antes, a que haga mal tiempo, que cierren las pistas, que no haya nieve... nómbralo y me habrá pasado.
Quizá hay un poder superior que no quiere que suba a esquiar, pero soy un optimista convencido, y por algún motivo no se me da bien aceptar la realidad.
Y de nuevo lo he vuelto a intentar. Y aunque no ha sido como lo planeado en un principio, puedo decir que por fin he logrado esquiar.
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La única ventaja de todo esto es que como sé lo que me suele pasar cuando hago estos viajes, no me enfado. Es más, este año las vacaciones me las he planteado como un retiro espiritual. Al apartamento que tiene mi familia me llevo libros, películas y música. Y si hay que estar encerrado días y días, no hay problema. Siempre hay cosas que hacer.
Así que en pocas palabras, mi última semana, descubrí que esquiar es como montar en bici, bastante caro (no ya por el forfait, sino por casi cualquier cosa que hagas como comer, tomarte un café o lo que sea), pero muy divertido. Que puedes estar esquiando hasta que las rodillas empiezan a temblar del cansancio, pero si estas disfrutando no hay problemas. También descubrí que sé poner las cadenas, y quitarlas, y volverlas a poner, y luego, al volverlas a quitar darte cuenta que has perdido una...
En definitiva, una manera muy simpatica de pasar unos días. Repetiré en breve (o, por lo menos el año que viene)
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